Zapoteca, Tradición:

“¿Que es lo que tienen los zapotecas que aportar a la herencia ... a los que desean llegar a ser mexicanos?
... amar a cuanto existe, lo mesmo a las plantas que a los animales, a las estrellas y a nuestros semejantes”(38)
“... no hay manera de enseñar como se debe amar, hacerlo es un don de los cielos que se otorga a quienes tienen devoción.
- ¿Qué es exactamente lo que quiere decir con devoción?
- Es poder rezar con el corazón y no con la boca ... todo el tiempo ..., no con palabras únicamente sino con todo lo que se hace”(39)
“La Herencia Olmeca”: Antonio Velasco Piña

Debes amar la arcilla que va en tus manos, debes amar su arena hasta la locura, y si no, no la emprendas que será en vano, sólo el amor alumbra lo que perdura, sólo el amor convierte en milagro el barro, ...
Debes amar el tiempo de los intentos, debes amar la hora que nunca brilla, y si no, no pretendas tocar lo muerto, sólo el amor engendra la maravilla, sólo el amor consigue encender lo muerto, ...
Solo el amor: Silvio Rodriguez



“.... - La tercera fase fue la zapoteca, ... se centraron en desarrollar al máximo las posibilidades que posee ese centro sagrado como instrumento musical. Y así como los mayas consiguieron que cada piedra de Teotihuacan contuviese un mensaje de profunda sabiduría, los zapotecas lograron, con su sentido de amor y de la armonía, integrar de tal forma las distintas construcciones que éstas entonaban de continuo una perfecta sinfonía.
... - Todo lo que existe está vibrando y emitiendo sonidos ... escucharlos ... requiere ... entrenamiento, pero de cualquier manera se perciben y producen efectos
El despertar de Teotihuacan”: Antonio Velasco Piña



“Uno de los guerreros -zapoteca, a juzgar por su indumentaria- iba soplando una pequeña flauta de carrizo que no producía sonido alguno. Al parecer, las inaudibles vibraciones del instrumento generaban una pasajera parálisis en sus oyentes, ya que a su paso cuantos presenciaban el desfile quedaban transitoriamente inmovilizados.
"La Guerra Sagrada": Antonio Velasco Piña; p.109